miguel ángel barroso
Después de que la vida vuelva
es el retorno de otra vida
Ten las olas frente a ti
donde la muerte se vislumbre
Abre los pájaros inquietos de la servidumbre
que escapen en su vuelo de tormentos
hacia mares benignos
en que las tormentas amainen sin destrozo
Ven a mí sin soñar maldades
Sólo vuélvete a contemplar lo que nos ensimisma
Lo que nos adhiere sin misericordia
a los escombros de la miseria
Sólo crúzate
Traza una línea en el papel
Desenmascara lo que nos hace felices
a tientas
en busca de más peldaños
Sólo trata de no caerte
de la innecesaria sucesión de acontecimientos
para odiar con el tesón,
con la galería de amantes
retratados por una pared impía
donde los rostros no tienen arrugas
excepto una foto del padre
demacrado en su absoluto
de hombre triste y absurdo,
de hombre desperdiciado por un tiempo fantasma,
un verdadero tiempo de infancia
y vida corta
Esa es la única fotografía que me asusta,
que me impide odiarte por tu vejez corrompida
Tus olas en parte
eran favores al abismo,
eran secuelas del estómago ardiente,
sirocos de bocas hambrientas
Maldades
Tiempos alejados
Ojos tristes que vuelven como el mar empeñado
como la espuma repetida,
como la nada esparcida
Me paro
Me incomodo
Me atengo al fusil de las palabras
Era tan amable la melancolía
Ahora la he perdido
He cambiado mi vida por tu mundo
Y me he embarcado sobre el cadáver de un niño
Un atroz infante cuya sangre hedía
y corrompía con su calor la arena
Unos ojos que no buscaban compasión
Una boca del padre ya sin vida
Unos ojos del niño fijos en aquel rostro
sin luz del padre ya fallecido
en apenas el tiempo de tomar la fotografía
Alrededor silencio
Pero yo no lo quería
Yo sólo me atiborraba de absurdos despertares
La mente robaba los secretos de la noche,
rompía con todas las reglas impuestas
en una niñez sin orden, sin confusión,
sin rebeldía aparente
Pero había odio en la inacción
Muchas partículas que no se veían
Muchos contrastes que un líquido de revelado dejaba impunes
No consigo atrapar los trozos vividos
Ni los instantes me dejan un sabor de luz
Amo las fotografías
y los movimientos registrados por una cámara
Ellos delatan la mentira y la inexistencia
Son como un cordel del que no se puede tirar
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