miguel angel barroso
Es una fortuna la luz
Un demonio el revuelo de la misericordia
-Señor, ampáranos en tu infinita bondad,
en tu seno de delicados destrozos.
-Señor, ahonda el espacio de tu vientre
y rompe el cordón de nuestra soledad
Que todo sane,
que todo redima,
que todo caiga como la nieve
Y yo seré tuyo en la luz
Y tu vientre me dará cenizas
Y empleando la voz, volverá la filosofía
Era tuya
Siempre desde tus piernas caía un destrozo
un alborozo
un llanto que no sabía transmitirte
¡Era tanta la fuerza
y la debilidad!
No sabía si la muerte era por la tarde
o me esperaba envuelta en sonidos
La semilla
La dulce caricia del pelo
El sonido nuestro
Nuestro abrazo
Nuestros ojos
Nuestras manos repasando los surcos.
Nuestra rabia enamorada
Ser de ti
o la melancolía de mi vida
Tanta plenitud valía perderte la vida
Tanta tragedia se apoderaba de mí
Era la vida a la muerte
Como siempre fue
Como tanto te quise
y tanto te repetí
A la muerte era por derecho
tu seno incompleto y tu muslo bordado
Y tu semilla de mano
andando por el pelo de tu olor
Todo era porque yo quise
Y nunca te repetí
Todo me daba vueltas porque
el espacio lo permitía
y me angustiaba morir solo en la alfombra
¡Pero yo te quería!
Te daba la mayor creación con la sola mirada
Con el solo movimiento de un tendón:
-una vena en sangre abultada
-un terrible latido de palabras
Me formaba el temor de hacerte bien
y deshacer las ojeras
Tus uñas pálidas con restos de mi piel
Tu bravo golpe como un bramido de herida mortal
que yo deseaba
como siempre al abrir de golpe tu vientre y tu ano
Me gustaba abrirte como una flor entera
Herirte al revés del dolor
Saciarte con toda mi carne
Llenarte como si el esperma fuese mi sangre
Luego te sentabas desnuda desde abajo
Mirabas atenta el piano
Mirabas atenta mis ojos
Mirabas atenta tus manos
Eran dolor
Eran el espacio de un sonido no producido
Eran, definitivamente, tu mejor logro
Agudeza que era temblor
y sensación de haber dejado la vida en ese mismo instante
¡Pobres de nuestros sueños
si al atardecer aún seguíamos vivos!
Cuánta conjura
Cuánta venganza
por unos pocos momentos de amor
Y en mi dedicatoria tus nudillos
se llenaban de tinta
Tus pestañas se iban para abrir los ojos
Y en mí
se hundían todos los demonios
que nos hacían felices
Recorrías descalza el suelo de madera
Nunca salías de la habitación
cuando querías rezar
Sólo me permitías una súplica
Y yo era el esclavo que componía la oración
El texto sagrado de tu tintura,
de tu nexo con el temblor
Verme desnudo era pudor
No reconocía mis pecados
No almacenaba mis vicios
Verte
consumiéndome
me hacía odiar
Verte no era suficiente
cuando te dirigías al piano
y dejabas que tus pies colgasen solos
Silencio
Entonces silencio
Todo acabó
como en un ruego
como en una tecla atascada
Ruego
Entonces silencio
コメント